"La verdad es más importante que la paz, porque la mentira es la madre de la guerra." Gandhi
lunes, 6 de enero de 2014
Feliz final: 2013!!
Voy con retraso, sí tengo un desfase de días. Hoy he acabado todo lo que tenía pendiente, para hacer en los días finales del 2013. Y hoy para mi es el último día del año, hoy es mi 31. Todo listo, todo en su lugar, todo limpio, en su lugar, o encauzado definitivamente.
Este año ha sido intenso, quizás porque ha estado determinado por el ritmo de mi trabajo y este ha sido frenético. Esto lo repito bastante últimamente, quizás porque percibo también asiduamente que cada cual quiere llevar su propio ritmo y yo creo que a veces hay motivos suficientes para hacer un esfuerzo adicional, acompasar la marcha a la necesidad, en este caso a la que cubre mi trabajo, el servicio que presto. Como decía, hace tiempo que decidí que prefería hacer cosas útiles en mi trabajo y no emplear mi esfuerzo en que pareciese que hacía cosas importantes. Para ello, cada vez que se plantea una acción o cualquier dificultad en esta, me paro un instante, la tentación de dejarse llevar o de no actuar existe. Pero es leve, efímera y en un tris veo que lo que tengo delante no es una dificultad o una acción sin más, suelen ser acciones que afectan a personas, que afectan a su vida a su estado de ánimo a su bienestar. Y hay, ya no hay más que la idea de resolver o avanzar en lo que tengo entre manos.
Bueno, esta forma de actuar, cuando se tiene mucho trabajo, inevitablemente afecta a otras parcelas de tu vida, entre otras cuestiones, porque te quita tiempo y energía para otras actividades. Este año ha tocado esto ya tocó en otras muchas ocasiones, pero quizás yo era mucho menos consciente de lo que invertía de mi en mi actividad laboral.
Llegué a las vacaciones de verano con unas mínimas fuerzas, pero, sorpresa: otro descubrimiento, ya es indiscutible, el contacto con la naturaleza me proporciona una fortaleza y una alegría que a priori no puedo ni imaginar. Fue llegar a Arnedillo y que se pasase el cansancio y diese paso a unas ganas locas de caminar y caminar, de ascender por esos montes, de llegar más lejos, más alto, de tener mejor y mayor visión, más horizonte…han sido unas vacaciones maravillosas. Podría hablar de lugares espectaculares, vistas asombrosas, vinos y viandas deliciosos, baños, masajes… de todo tipo pero nada sería igualable a la simple visión del cielo, desde el puente de Santa Eulalia, en ese día de tormenta, el día que visitamos los eremitorios. ¡Dios, que cielo…allí se concentraba toda la verdad!, eso pensé. Luego me sentí muy afortunada de poder disfrutarlo, apreciarlo, y di gracias a todas las situaciones adversas y gratas a todas las personas más o menos positivas que han pasado por mi vida, porque sin todas las vivencias pasadas no hubiese podido llegar a sentirme tan entera tan integra cómo me siento ahora, tan yo.
Creo que he pasado una gran parte de mi vida, llena de miedos, de temores, más o menos racionales. También de un sentimiento de “sumisión” o de “sometimiento” ante muchas cosas cómo si esta estructura piramidal, socio-económica, familiar, sexual incluso, fuese indiscutible, inatacable. Ahora sé que muchas de ellas son al menos discutibles y siempre evitables. Y esas acciones son posibles porque me tengo, me tengo a mi y en mi confió.
Hace unos días, dando vueltas a este tema, creo que inconscientemente, en el metro me fijé en una señora de unos 60 años, estaba apoyada en uno de los laterales de la puerta del vagón, era pequeñita, menuda, vestida con sencilla elegancia, colores claros, pelo blanco intenso, ojos claros y una serena tranquilidad que me impresionó. A su lado había un señor grande, con una gran mochila, yo estaba frente a ella. Al mirarla creí notar que se sentía un poco agobiada y me eché hacia atrás un poquito para dejarle aire. Me miro y me preguntó si iba bien en dirección a Sol, la contesté que sí y me dijo que había preguntado a una persona y resultó ser extranjera. Luego, nos sonreímos y me dijo que era misionera en el Congo y que estaba aquí porque ahora tenia una enfermedad. Llegó su estación y la advertí porque el nombre ahora es Vodafone- Sol y temí que no viese bien. No parecía enferma más bien parecía llena de confianza y seguridad de tranquilidad serena y atenta. Me impresionó mucho. Cuando bajó la deseé suerte y Feliz Navidad, ella también lo hizo y nos miramos al despedirnos con una sonrisa, en mi caso emocionada. Estaba delante posiblemente de una heroína, de una persona que había dejado parte de sí para darlo a los demás y que se ocupaba también sola de ella misma, estaba delante de una mujer, de la mujer que yo quería y quiero ser.
Y ahora voy a hacer unas croquetitas de jamón, que tengo la masa reposando, para celebrar mi noche de fin de año no se me ocurre nada mejor. Y, cómo últimamente tengo unos tiempos raros, el día de Reyes para mí, será mañana. Espero haberles molado mogollón a los Reyes:¡ me voy a limpiar los zapatitos!
¡¡Feliz Año Nuevo!!
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