domingo, 16 de enero de 2011

Niñas jugando



Ayer fue un día muy especial, el espantoso catarro que tengo, creo que en vez de ralentizar mi pensamiento, hizo que estuviese más receptiva ante el torrente de sensaciones, emociones e información que recibí el sábado. Lo acogí todo con la mayor receptividad y confianza porque eso es lo que me merece Marga, la profe o quizás mejor diría la niña que nos guió por un jardín repleto de colores brillantes, olores maravillosos, indescriptibles (esto también puede ser que no respiro bien), y sabores dulces, de gominola de lima y chicle de hierbabuena,…y de sensación de sorpresa, de descubrimiento.
Ayer volví a mi infancia, para cuidarme. ¡Que curiosa es la vida! ¿Recordáis? cuando hace algunas entradas …”cuidaré de ti pequeña”!. Pues eso hice ayer, me perdoné por ser tan buena sin esperar beneficio, por querer colaborar hasta en lo que no es conveniente hacerlo, por querer que me quieran y no entender el porque todo eso no daba como resultado de esa simple ecuación un sentimiento de amor incondicional. Si total no había riesgo, no suelo tener necesidad de utilizar esa incondicionalidad, pero hubiera sido maravilloso sentir seguridad. Como cuando mi madre me da la mano y el sueño sereno llega. O cuando algún buen amigo, te dice: “tranquila, esto pasará”.
Bueno, el caso, es que ayer participé en un taller de crecimiento personal para mujeres, dónde el fin era recordar nuestra etapa de niñas, conocer qué necesitábamos y no tuvimos, y darnos a nosotras mismas lo necesario para dejar que arrastrar esas carencias.
Me sorprendí a mi misma. Llegué inquieta, me costó decidirme por la foto que llevar y también el objeto que evocase la niñez. Finalmente llevé un calcetín rosa, su tacto me recuerda uno que chupaba de pequeña, me gustaba su tacto. La foto que llevé fue la que colgué, la de mi Primera Comunión.
Y así, nos fuimos, 5 niñas de Lega, de camino a la infancia. En Callao se nos unirían 11 más.
Nos observamos, bailamos, jugamos,….libres y sin complejos, fue fantástico. Tengo que decir que tuve cierta ventaja, porque la música que emplearon la conozco bien, era música celta, y la he empleado en ocasiones para relajarme.
Luego, visualización, relajación,….Cuando nos acunamos fue estupendo. Me sentía receptiva, relajada, atenta, ilusionada, pero cuando más emocioné fue cuando ví a una compañera llorando, mientras explicaba el motivo,…no pude controlar las lágrimas, no eran de pena, no se podía hacer nada, eran de consuelo, quería llorar con ella, era una forma de solidarizarme.
También hubo algo que no me molo nada, concretamente una opinión. Me cansa que algunas mujeres nos escudemos en la sociedad, bueno, las mujeres y cualquier colectivo, para justificar nuestros comportamientos. ¿Dónde queda la libertad individual?. Porque no, de lo que hablábamos era de resistirse o no a ser competitivo y a pasar por encima, o no, de los sentimientos de otras personas para lograr tus objetivos. Me acordé de Ricardo, hemos hablado mucho sobre el tema y finalmente me convenció. También yo lo he sentido a veces, sientes que vas a decidir y eres consciente de que puedes dañar, de que podrías falsear la realidad y estas seguro casi al 100% de que nadie lo sabría nunca. Pero no, decides ser tu, seguir tus valores aunque la “sociedad”, tal como esta chica argumentaba , te presione, y seguir siendo un ser humano, conectado invisiblemente a otras personas a las que no es necesario dañar por conseguir tus objetivos. Ahí precisamente estas tu, y tus hechos son parte de ti, con ellos vas trazando tu camino, y más, yo creo que también tu destino. Y recordé otro buen amigo, José. Que también me ha convencido con sus argumentos.
Otra de las actividades que hicimos fue, tras una relajación bastante profunda, preguntarnos ¿Qué necesitamos?, preguntar a nuestra niña. Luego intentamos contestar utilizando la mano izquierda para escribir. Fue sorprendente, lo que escribí fue: paz, cariño, ver bondad, creer en el hombre, música serena en el alma, sonrisas desde el corazón, observar, esperanza desde la consciencia, sentir a Dios conmigo.
Creo que en los próximos días iré sabiendo o intuyendo más.

Ayer estaba conmigo mucha gente querida. Cuando hicimos la última visualización y traje a mi mente a las mujeres importantes y queridas de mi vida: recordé a mi madre, abuela, hermana, tías, …y varias amigas. Algunas de ellas surgieron de forma automática en mi mente, otras tuve que pensarlas. Pero a las que traje y atraje con admiración y cariño, distinto al meramente familiar, fue a mis profesoras. ¡Cuánto tengo que agradecerles!, Cristina, Mª José, Pilar, Mª Belén,…de alguna otra no recuerdo el nombre, pero la veo en mi mente como si la tuviese delante. Mujeres que además de buenas profesionales, funcionaban en modo “mujer” sin complejos, con naturalidad, sin pedirle permiso a nadie, con inteligencia. Y a las que seguro que la “sociedad” no logró condicionar con sus "presiones" tanto como para no involucrarse socialmente y dar lo mejor de sí laboralmente sin pisar a nadie y sin competir. Estaban muy ocupadas ayudando a niñas como yo, con las que se arriesgaron sin necesidad y por las que apostaron aunque socialmente quizás no les resultase del todo rentable o bien visto. Gracias, por vuestra enseñanza, parte de ella fue vuestro ejemplo como mujeres.
Una de mis profesoras, hace poco, me felicitó y me deseo suerte, me emocionó únicamente suerte,del resto, me dijo, sabe que me encargo yo en todo lo que puedo ....¡.Que por nosotras no quede!, no nos escondamos, que la valentía y la justicia no se aparten de nuestro corazón.

5 comentarios:

José Ramón dijo...

Estupenda, estupefaciente, estu... es tu capacidad telepática de captar mis deseos, porque, por lo que veo, poco después de haberme asomado a tu blog y haber echado de menos alguna entrada –me pregunté si las vacaciones serían provisionales o definitivas- retomas el íntimo y público cuadernillo para seguir contándonos a los que contamos con seguirte.
Verdaderamente da gusto asomarse a contemplar la contextura interior y las influencias exteriores que hacen a una mujer como tú, que se atreve a serlo en todas las dimensiones, y sin dejar de crecer y descubrirse en esa vital faena; y ello como sencillo resultado de la búsqueda irrenunciable de la autenticidad (para ti lo es, no podrías renunciar a ello, de hacerlo se te quebrarían dentro algunos cimientos esenciales, y acabarías por retornar a ti), del inacabable proceso de seguir encontrándote e intentar ser quien eres lo más plenamente.
Se desconoce demasiado, o se pierde de vista, la decisiva importancia que tiene para una sociedad una alta cantidad y calidad de mujeres así, de mujeres de valor, es decir, de las que tienen el valor de ser sí mismas y de apostar por los valores en que verdaderamente creen, haciéndose así sumamente valiosas por el tirón hacia arriba de todo su ámbito personal, comenzando por quienes más las quieren.
En fin, Marieta, me alegra mucho que hayas buscado estas experiencias en las que, como el saltador de longitud, das unos pasos atrás para avanzar más en el vital salto y posibilitas que al brincar te impulses más fuertemente en el suelo de lo vivido para volar al cielo de lo por vivir, te introduces en el pasado buscando un mejor futuro, profundizas en la niñez para conquistar una honda madurez.

José Ramón dijo...

Acabo, por si sirven para tus meditaciones e intuiciones, con unas palabras de Ortega que me dieron buen motivo de reflexión las primera vez que las leí, escritas hace más de 90 años, pero que superaban en su día la estrecha visión habitual de la pedagogía de aquella época, que solía actuar contra la niñez procurando introducir pronto en ella todo lo posible de un ideal de hombre maduro, con no poca incomprensión de la vida infantil.
“(...) es la madurez no una supresión, sino una integración de la infancia. Todo el que tenga fino oído psicológico habrá notado que su personalidad adulta forma sólida coraza hecha de buen sentido de previsión y cálculo, de enérgica voluntad dentro de la cual se agita incansable y prisionero, un niño audaz. Este díscolo personaje interior es el que nos hace tal vez reír en medio de un duelo, o decir una impertinencia a un grave magistrado, o seguir tomando el sol cuando el deber nos obligaba a ausentarnos. Somos todos, en varia medida, como el cascabel, criaturas dobles, con una coraza externa, que aprisiona un núcleo íntimo, siempre agitado y vivaz. Y es el caso que, como el cascabel, lo mejor de nosotros está en el son que hace el niño interior al dar un brinco para libertarse y chocar con las paredes inexorables de su prisión. El trino alegre que hacia fuera envía el cascabel está hecho por dentro con las quejas doloridas de su cordial pedrezuela. Así, el canto del poeta y la palabra del sabio, la ambición del político y el gesto de guerrero son siempre ecos adultos de un incorregible niño prisionero. Influidos por una psicología ya anticuada, queremos cegarnos ante el hecho palmario de que en la realidad psíquica el pasado no muere, sino que persiste, formando parte de nuestro hoy. Y no sólo perduran aquellos breves trozos de nuestro personal pretérito que recordamos, sino todo él, íntegramente, colabora en nuestro ser actual, como en el fin de una melodía actúa su comienzo, inyectándolo de sentido peculiar. El genial psiquiatra Freud descubre la génesis de muchas enfermedades mentales y de ciertas formas del histerismo en la explosión anómala que hace dentro del hombre adulto su niñez maltratada. Fue acaso una escena violenta presenciada en los primeros años, una ruda negativa de los padres a satisfacer un enérgico deseo del niño: el choque afectivo experimentado entonces forma a modo de un quiste o tumor psíquico que acompaña al alma en su crecimiento, deformándola, hasta el día en que explota como una carga de espiritual dinamita. ¡Cuántas veces, al mirar los ojos de un hombre maduro, vemos deslizarse por el fondo de ellos su niño inicial, que se arrastra, todavía doliente, con un plomo en el ala!”.

Marieta dijo...

Brincar, eso es, eso hicimos. Pero aunque yo pensé que ahora brincaría de distinta forma, no hubo ningún cambio sustancial. Dominaba más y mejor mis saltos, la música se enlazaba en mis sentidos dando lugar a movimientos más ágiles,quizás gráciles, pero a pesar del tiempo, de lo vivido y aprendido, yo era la misma. La misma niña melancólica y atenta, ilusionada y a la vez con un punto de prudencia por la posible decepción, ....Como ves sigo pensando en esto.
¡Alto!, sí, porque me hiciste consciente de que lo que escribo, es público (es que se me olvida). Cuando digo melancolía no quiero decir tristeza, son, entiendo, términos diferentes. Mi melancolía es creativa, impulsora, es productiva, quizás cuando se manifiesta más es cuando las musas se deciden a visitarme y logro entender o plasmar, incluso transmitir verbalmente algún pensamiento interesante, ingenioso, a veces (pocas)brillante. Pero también al descubrimiento le acompaña esa ligera sensación, y aún así cierta, de que no servirá de mucho el descubrimiento.
Si hay brillantez cuando voy descubriendo personas como tu.

Gracias, querido amigo.

José Ramón dijo...

Tu comentario me hace pensar en cierto temple vital que gustaba definir a Julián Marías como “melancolía entusiasta” o también “entusiasmo escéptico”, y que es resultado de vivir a fondo la condición humana y la realidad de la vida sin por ello dejar de poner todo lo que está de nuestra parte en su mejora. Ese temple lleva a la búsqueda del mayor esfuerzo y ánimo para construir una realidad (comenzando por la propia) que merezca la pena, con ilusión justificada pero sin convertirse en un iluso, al conocer la inseguridad de la vida y las tentaciones del comportamiento humano.

Anónimo dijo...

Con la retina llena de belleza, cansada como tras un largo paseo por el puente de Chatou o por el lavadero de Bas-Meudon,....que hasta me huele a campiña y a verde amarillento de soles apagados por la tarde, pero con el fulgor de la vida, que sólo se detiene a descansar,....(y se me ha ido un poco la pinza porque vengo con los ojos grandes para ver si podía retener tanta belleza, y las sensaciones a flor de piel,...nada fuera de lo normal si se trata de ver a través de los ojos de Renoir).
Y de maestro en maestro, leo tu post y se me vuelven a agrandar los ojos, y vuelvo a zambullirme en el pensar y el sentir, y como estoy cansada sólo puedo quedarme en el punto en que convergemos "entusiasmo". Yo espero que tengamos tiempo para ver con que lo acompañamos, cómo lo calificamos, o cuál es la esencia personal de la que mana en cada momento. Hoy le daré la vuelta: "entusiasta melancolía" :))