miércoles, 22 de septiembre de 2010

Amistad a lo largo

Amistad a lo largo

Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.

Mirad:
somos nosotros.

Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir a más:
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.
Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
-ésas que ya no dicen cosas-,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.

Pero callad.
Quiero deciros algo.
Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos con los otros
en el rincón hablamos, tantos meses!
que nos sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.

Ay el tiempo! Ya todo se comprende

Gil de Biezma

3 comentarios:

José Ramón dijo...

Querida Marieta, leo tu respuesta a mi comentario y me quedo pensando en el sentimiento de responsabilidad con que (aunque no sólo) te quedas. Y en que quisiera hacerte sentir que sólo quiero de ti que seas, que te dejes ser sin temor alguno, fiel a ti misma al igual que yo procuro ser fiel conmigo mismo. No te quiero perfecta, te quiero libre y abierta, espontánea y ligera, con ganas de sacar tu dentro afuera, con deseos de incorporar lo de fuera que valores o te interese adentro. Sin miedo a juicios, y menos de quien desea que te seas plenamente, o sea, que seas feliz, y de quien quiere que le des lo que vas siendo mientras buscas, sin cesiones a expectativas ajenas, lo que te puede dar felicidad, vida, sentido. Claro que a continuación leo el poema de Gil de Biedma y veo que ha resumido mi pretensión en cuatro palabras: dejarse ser en amistad. Ese dejarse ser que es precisamente condición de que se dé verdadera compañía. La que se da entre nosotros porque, como bien dices, dejamos parte de nosotros en nuestros encuentros –porque en ellos nos ponemos nos encontramos realmente el uno al otro. Conmigo sé, déjate ser sin preocupaciones, como yo deseo ser ante ti y contigo lo más plenamente quien soy, y como deseo expresarte lo que vivo. Y no olvides que más profundo que lo que hagas, y más profundo que lo que pienses, está lo que eres, y esa tu realidad, yo lo sé y lo sabré pase lo que pase, es amorosa.

Anónimo dijo...

¡ Que cantidad de casualidades!. Pues sí, precisamente por eso quisé compartir "Amistad a lo largo" porque también yo siento que nos dejamos ser en amistad. Y resulta que me recuerdas un reportaje sobre Gil de biezma en la 2. Ya te dije, me emocionó mucho recordar sus palabras, su vida, su entorno,...y compartirlo contigo. Bueno, sigue desarrollándose nuestra conexión telepática-inexplicablemente unida a los sucesos cotidianos, aún así, debe tener un sentido, seguro que el tiempo nos ayuda a descubrirlo. Aún admirando a tanto a Biezma propongo no seguir su consejo, en este caso. No dejaremos de escribir cuando no tengamos nada que decir ¿Vale?. :))

José Ramón dijo...

No dejaremos de escribir porque siempre tendremos algo interesante que decir, alguna vivencia que compartir, algo incitante que descubrir, algún camino que abrir, algo nuevo que añadir, algún saber que perseguir, algo intenso que vivir, algún azar que asumir, algo ilusionante que conseguir, algo pasado que revivir, algo futuro que previvir, y, especialmente, alguien amado a quien sentir. ¡Que no quede por pedir!