martes, 11 de octubre de 2011

¡A Santiago!

Este verano hice un tramo del Camino de Santiago, 112 Km., de Sarria a Santiago en 5 días. He tardado en colocar toda la información y las emociones en su lugar, supongo que ese es el motivo de que haya tardado tanto es escribir, en recordar y darle significado a muchas cosas que pasarían desapercibidas o sin sentido si no las piensas un poco. Me siento un Sherlock Holmes de mi misma, encontrando indicios y elaborando teorías seudo psicológicas.
Bueno he tardado en escribir, por eso y porque tengo tanto trabajo que he estado cansada, casi todo el tiempo libre lo he ocupado recuperándome para el día siguiente, pensando cómo organizar mejor mi tiempo y la energía para abarcar más actuaciones, habrá a quién le cueste creerlo pero estamos realmente desbordados. Aunque los resultados de estos esfuerzos son muy satisfactorios. Esto merece una reflexión y creo que la acabé de elaborar el sábado pasado. Estuve en el Palace tomando el té con unas amigas (una tarde deliciosa), y sencilla tanto por la compañía como por el talante, a pesar del lugar. Contrariamente a lo que suele pensarse, y por qué no decirlo a mi experiencia, no hablamos de hombres, sino de mujeres, de nosotras, de cómo habíamos salido de tal o cual situación, de cómo nos enfrentamos a la vida,….Bueno, retomo, la cuestión, al tratar cómo nos dedicamos al trabajo y a nuestra carrera profesional para avanzar en ella, para progresar en definitiva, se manifestaron dos tendencias de opinión entre nosotras, la de las que opinaban que el punto básico, esencial, para que nuestro progreso laboral fuese más costoso eran las cortapisas que una sociedad masculina nos imponián y otras que opininábamos que ese argumento era sólo uno de los factores, importante ciertamente, y que nosotras tenemos responsabilidad y capacidad de decisión en una parte íntima y de gran transcendencia, la del “modo” en que nos colocamos cuándo estamos trabajando. Muchas mujeres cuando llegamos al trabajo nos ponemos modo “trabajo” y eso es lo que fundamentalmente ocupa nuestra cabeza, la forma mejor de hacer tal o cual cosa, las previsiones para los días siguientes,…en mi caso a veces ni yo me doy cuenta de que entro en una concentración profunda supongo que porque han llegado a ser semiautomáticas muchas de las respuestas debido a la experiencia, después de 22 años, muchas cuestiones van rodadas, aunque siempre sale un respingo de alerta para entrar en lo que da para pensar, para ver cómo lo hacemos de la forma en que menos trabajo formal o burocrático dé pero mejores resultados obtengamos, mejor servicio prestemos. En definitiva eso es para mi el modo “trabajo”, para diferenciarlo con otros modos diré que en casa estoy en modo “cuidado, mimo…” hacia mi misma y mis cosas materiales y emocionales, animadas o inanimadas. En definitiva vuelvo al concepto de responsabilidad personal, a lo que nos hace realmente libres y a lo que más tememos y más esfuerzo nos requiere: responsabilidad, la de cada uno para con su vida (evidentemente salvando las situaciones de dificultad extrema, cualquiera de los factores que puedan producir discriminación, por lugar de nacimiento, enfermedad, desgracias…).
Bueno, esto viene al caso porque yo quería hacer al menos una parte del Camino este año al haber concluido alguno de mis objetivos, formativos y también de trabajo personal conmigo misma. No se cómo explicarlo: creo que lo que más me he sentido durante este año ha sido libre, es posible que se deba a que cuando concluyes lo que decides emprender y lo finalizas satisfecha a pesar del esfuerzo, sientes que vas por el camino que tu has dirigido.
Es cómo si hubiese dejado por ahí la mochila de los miedos, como si me reconociese y asumiese, ahora completamente porque tengo una seguridad, yo puedo confiar en mí, y me conozco bastante. Cuando digo esto es cómo si me diese un gran abrazo, pero raro , como de bailarina, con un paso-abrazo de los pies a la cabeza, un abrazo consciente de todo lo que queda por hacer pero también de que lo haré posiblemente en mejores condiciones ahora, porque el miedo incapacita o pone muy difícil el avance.

Pues así me fui a Santiago, mientras me iba quitando lastre, y cada paso en vez de pesar me animaba a dar el siguiente. El Camino lo hice acompañada de quién me ha acompañado una gran parte de mi vida y así, hemos compartido, también como en la vida, camino, palabras, unas cuerdas y otras idas por el cansancio, reflexiones, secretos, silencios, muchos silencios, y respeto. Ricardo ha llegado a ser un hombre bueno conscientemente, lúcido, que me ha estimulado intelectual y profesionalmente, también me ha impulsado en el análisis de mi misma. Cuando yo le transmito mis provincianas inquietudes él las ahuyenta con realismo, con afecto, ahí es cuando nos recuerdo, el día que nos conocimos en 3º de básica, a la salida de una clase, nuestras miradas se cruzaron, pude ver esa mirada amplia de paz y seguridad.

Y así comenzamos a caminar, éramos un grupo de 50 personas, de toda condición y en circunstancias diversas, personas solas, parejas, amigos-amigos (como nosotros), familias más o menos amplias. Cada día hacíamos alrededor de 23 Km. El primer día cometí un error y estrené unos calcetines especiales para andar, me los puse a conciencia pensando en las bajadas (tienen la puntera y el talón mullidito), pensé que me ayudarían no podía pensar otra cosa, este verano estuve en la sierra (17 Km.) con los dichosos calcetines, y me fue fenomenal. ¿Quién iba a pensar? Bueno, pues ese primer día me hice unas rozaduras importantes, así que a partir de ese momento tuve que vendarme los tobillos. El dolor se hizo intenso los días siguientes pero una vez que comenzaba, que conseguía calentar, se hacía más soportable, dejé de llevar peso, Ricardo me lo llevaba (a pesar de que tenía una ampolla en la planta del pie que le molestaba bastante), y yo me ocupaba del botiquín. El paisaje y el silencio me ayudaban a continuar, quizás lo peor era parar porque sabía que luego debía comenzar de nuevo. Cada 7 u 8 Km. teníamos un punto de encuentro con el guía. Me hubiese quedado disfrutando de muchos rincones maravillosos pero el camino es eso,” hacer camino al andar”. Es agradable ir compartiendo saludos con los peregrinos, desear y que te deseen “Buen camino”. A veces mientras caminaba recordaba sucesos de mi vida, la verdad es que recordaba más los especialmente agradables y me emocionaban, también rezaba bastante, en silencio, cómo me gusta, me ayuda a meditar, las oraciones son como un mantra que poco a poco te introduce en una zona más profunda de tu interior. Los bosques invitaban a esa introspección, aunque era verano, en algunos bosques ya caían hojas, bellotas, castañas,…también era frecuente encontrar moras, flores silvestres, grandes campas verdes dónde daban ganas de tirarse a descansar y dejar que el sol te adormeciese. También arroyos y fuentes, murmullos que acariciaban, si prestamos atención a los sonidos del silencio se perciben matices maravillosos. El ingenio y el negocio también pueblan el camino, multitud de bares que intentaban cubrir especialmente las necesidades de los peregrinos andarines.
Vuelvo a mis heridas, el tercer día me comenzaron a sangrar algunos deditos de los pies, así que también los vendé, luego me era complicado meter los pies en las botas y hasta que calentaba tenia que andar como un tentetieso, Ricardo se reía de mi y bromeaba con empujarme y verme caer, yo me defendía con mi bastón, bueno, haciendo un poco el indio 
Cada día se iba haciendo más duro, el último día fue tremendo, hubo un momento en el Monte do Gozo, a las tres de la tarde, con un sol de justicia, en que se me fue la pinza bastante, noté claramente que el cansancio me produce falta de atención y decisiones precipitadas, debo cuidar eso, puede traer consecuencias graves, equivocaciones…
Y llegamos a Santiago, con los pies destrozados, hechos un ecce homo. La misa del peregrino fue realmente emocionante, la catedral de Santiago es más impresionante cuando llegas a verla con tu pequeñez. Quizás esa es otra percepción interesante, según vas caminando, apoyándote en tu bastón, buscando la forma de colocar tus pies, protegerte del sol o la lluvia, cuidar tus ampollas,…coger aliento a la sombra de cualquier árbol,….vas tomando conciencia de que no eres gran cosa comparada con la Naturaleza. Cuando te levantas, te vistes,…te vas cubriendo de cosas que parece que te aportan humanidad, dignidad, cualidades humanas,….pero cuando te ves en el monte contigo mismo sin todos esos añadidos es como si fueses desnudo y así me sentí yo, ahí creo que está el reto, en no esconderte de ti mismo y lograr aceptarte sin añadidos , sin adornos, echando la vista atrás y viendo cómo ha sido tu vida, cómo han sido tus pasos, porque esencialmente esos pasos dicen lo que eres.

La cola para conseguir la Compostela es más dura que alguno de los tramos del Camino, creo que esperé como dos horas. Te hacen una especie de interrogatorio cuando te reciben, no es una concesión automática. Por allí se decía que había tráfico de Compostelas y que se vendían a 100 pavos. ¡Yo a ese precio la vendo !

Espero volver, me gustaría hacer el Camino completo, a ver si es posible que reúna más días de vacaciones, quizás para cuando cumpla los 50.

Me gustaría recordar incluso los pequeños detalles y que vaya aflorando lo aprendido. De momento puedo compartir algo: Decisiones que parecen acertadas racionalmente, a veces pequeñas, tienen grandes consecuencias y no siempre son las esperadas, positivas. En cuanto duele hay que parar y mirar (intentar sentir el guisante que nos incomoda, como la princesa del cuento), curar si es necesario y sin regodearse en el dolor, continuar. Cuando las cosas se ponen difíciles de verdad lo que te digas a ti mismo es lo que lograrás. Cuando te interesas por el dolor de los demás olvidas un momento el tuyo, y cuando se interesan por tu dolor lo aligeran, lo alivian. Nadie hace el camino sin sufrir pero a pesar de eso la mayoría de los peregrinos tienen buen talante y regalan sonrisas.

Me acordé de muchas personas que he conocido en mi camino vital, de la mayoría por buenos recuerdos y con afecto intenso, de algunas con un poco de pesar. A todas: "Buen camino"

3 comentarios:

José Ramón dijo...

Un matiz a tu comentario de que lo que más te has sentido este año es libre. Imagino que hay otro motivo de que ello sea así, además del que tú señalas de que sientes que vas por “el camino que tú has dirigido” tras la finalización satisfactoria de un proyecto y de una etapa vital; creo que habrás sentido más vivamente tu condición de libre porque cambiaste de situación vital, desde una en que la mayor parte de tu vida estaba muy encauzada, entregada principalmente a objetivos que te imponían una serie de deberes y actuaciones habituales, hasta otra situación en la que has tenido que pensar y decidir nuevos rumbos y acciones, proyectar una parcialmente nueva forma de vida, encontrar y tratar de realizar nuevos proyectos, actividades y formas de crecer; en suma, que aunque siempre seamos libres (y por ello responsables) y tú tengas clara conciencia de ello, al cambiar de etapa vital y tener que realizar y desarrollar nuevas elecciones, vivimos y percibimos más directa y claramente nuestra libertad; al cabo, la estamos ejerciendo más decisiva y decisoriamente. O como se le podría decir a un caminante: siempre estás caminando libremente, pero la libertad es más notoria y decisiva cuando llegas a una encrucijada.
Hay evidentemente otro motivo, íntimo en este caso, de que te hayas sentido y sientas más libre. La condición fundamental de la libertad, más importante incluso que las posibilidades externas o circunstanciales de elección, es “la posesión de uno mismo”, el conocimiento y aceptación de quien realmente soy, pues desde esa realidad personal es desde la que voy eligiendo mi vida –si la elijo con autenticidad. La superación de los miedos, inseguridades o prejuicios que nos dificultan ser quienes realmente somos es esencial para el ejercicio más pleno de la libertad personal. Y en ese camino de avanzar hacia ti misma –y bien que me alegro- has experimentado en los últimos años avances considerables (eso no quita que la vida humana, por definición, es insegura, por eso no podemos dejar de esforzarnos en nuestras conquistas). Bastaría con que hicieses un ejercicio mental comparándote, por ejemplo, a la que eras hace cuatro años.

Marieta dijo...

Siempre un paso por delante, querido amigo. Me ayudas a ponerle nombre, y yo no puedo más que reconocer que sí, asi es. Haré ese ejercicio mental de comparación y lo haré más contenta porque en estos cuatro años atrás siempre estás tu, con distinta intensidad y de formas diversas, pero siempre siento tu compañia. Espero que tu sientas la mia y nos acompañemos en el Camino. Buen día

José Ramón dijo...

¡Claro que siento tu compañía! Precisamente porque eres tan de verdad y porque eres generosa mostrándome tus caminos, tanto exteriores como interiores; por eso te puedo sentir conmigo, y por eso puedo seguir contigo el Camino de la amistad, hecho de caminos compartidos.