
Hoy, quiero recordar, mirar con distancia. Hace tres años, por estas fechas, estaba inmersa en el infierno, en el invierno del corazón, paralizada por las circunstancias, desconcertada, perdida. Me costaba un gran esfuerzo levantarme cada día, concentrarme era imposible, en el trabajo, salía del paso como podía, aguantando las ganas permanentes de llorar, a veces sin sentir nada. Los actos más sencillos eran grandes montañas a mi paso, bueno, más bien a mi arrastramiento, no podía comer, ni dormir sin ayuda, ni siquiera cocinar, mi gesto se congeló, mi cara se transformó en una especie de caricatura, los amigos me veían demacrada, yo me sentía golpeada, sin un solo centímetro libre de magulladura. Cuando no podía más rezaba, me aliviaba, siempre encontré consuelo pensando en Dios, en que él no permitiría que mi fuerza se extinguiese. Y, sí, creo que él me ayudó mucho, siempre estuvo para mí.
Lo que más siento, ahora que ha pasado todo, es que mi familia y mis amigos sufriesen, también ellos estaban asustados, desconcertados.
Ahora, con distancia, puedo apreciar que también esa época fui afortunada, las personas de mi entorno se esforzaron mucho, me cuidaron, cada uno a su manera, fueron pacientes, realistas, cuidadosos, sentí su calor y su razón, no fueron complacientes, no se rindieron .Nunca me dieron la razón sin más, siempre tuve un contrapunto, siempre una palabra amable. Es más, no sólo estuvieron los de siempre, incluso llegaron nuevas personas a mi vida, Ángeles que con brisa fresca ventilaron mi habitación, llenándola de flores y cariño.
Ahora, con la casa renovada, estrenando ilusiones e imaginando proyectos, como dice la canción: “Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente….”, se refiera a mi o a cualquier otra cuestión, circunstancia o persona. Tambien le pido a Dios recordar y recordaros conmigo: Gracias queridos amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario